¿Sueña Luciano Rivas con pelados y patitos de acrílico?

Ele De Erre es el alias de Luciano Rivas. El artista rosarino que comenzó el año volviendo a Puerto Madryn, todavía se encuentra en proceso de readaptarse a la ciudad en la que vivió desde los 5 hasta los 21 años. Con su cuerpo dividido entre lo que dejó atrás y lo que se viene, llega al bar una tarde que parece pintada por Renoir y aclara que no está acostumbrado a hablar de su vida, que es algo nuevo ésto de las entrevistas.

ImagenLydia Innaturella (acrílico y tinta sobre papel).

Antes de conocerlo, me encontré con una de sus obras en una feria callejera independiente y me comentaron que además el autor hacía historietas. Me interesó su blog con un título de reminiscencias ochentosas, década en la que Luciano nació.

Estuve viendo tu blogs, qué me podés contar de Y yo sin birome para rebobinar el cassette”. ¿Es una especie de diario?

-Yo estaba en Rosario, y de vacaciones en Madryn, cuando vi American Splendor. Tenía ganas de empezar una historieta, hace 8 años que no hacía una y sólo me dedicaba a la ilustración, a los cuadros, cosas sueltas.

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El blog arrancó a principios de 2012. Su mirada tiene el toque humorístico  y nostálgico de los que vivieron parte de la adolescencia durante los 90’ y quisieran ser jóvenes por siempre pero se encuentran con un cuerpo adulto que no detiene su crecimiento. Luciano escribe sobre la vida cotidiana y cuenta anécdotas en formato cómic, se ríe de la normalidad, de sus defectos, vicios y manías. En el cómic la fantasía es la realidad y las exageraciones son la norma. Hace referencia a los videojuegos que jugaba de chico, a la música que ocupa un espacio importante, al vínculo con los amigos y a su hija rubia de cuatro patas que responde al nombre de Luvba y cada tanto aparece dibujada. También los sueños más ridículos son buen material para formar parte de sus cuadros e historietas.

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Sueño que el pelado dirige los patos

El paso del tiempo es una obsesión recurrente, le gustaría poder dedicarse a incursionar en todos los ámbitos posibles, algo similar a lo que hacían los artistas del Renacimiento, pero con más tecnología. Tuvo bandas como The Relampagos que ahora se convirtió en un proyecto solista y  prepara nuevos proyectos musicales, se dedica al dibujo, la fotografía y nunca se queda quieto.

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Lápices y guitarras

¿Cómo fue el comienzo?

-Agarré un lápiz y empecé, a los tres años ya dibujaba payasos.

¿Hubo algo que te haya marcado de chico?

-Yo veía dibujitos animados, las Tortugas Ninjas, ahí empecé a hacer “en serio” cómics, antes veía los de Hanna-Barbera. Hacía historietas de cinco páginas, no me cabía en la cabeza que hubiera historietas de una sola página, si arrancaba algo, lo seguía hasta que me aburría.

Dibujaba solo y a los 15 entré en el taller de cómic de Alex Dukal, a partir de ahí enfilé para otra cosa. Aprendí, vi cómics que no había visto nunca, también me abrió la cabeza en el tema de la música.

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En la disquería.

El taller “El Hueso” le dio la posibilidad de publicar por primera vez con la gente del taller, en las revistas chubutenses Pindonga Comix, O.P.A. y 3 Quinotos.

-A los 18 empecé con la guitarra y a cantar – ríe, no se toma muy en serio- a partir de ahí hubo otro cambio. Me enfoqué en la música. Por el trabajo de la familia, mi vieja quería estar en el campo y yo no, así que me propuso ir a vivir con mi abuela a Rosario, que para mí era como estar en Nueva York, re zarpado. Allá tuve una banda que se llamaba Tamagochi, era rock pop, una onda Red Hot Chilli Peppers, funk popeado. Tengo un par de temas grabados, en realidad ensayábamos más de lo que tocamos. Duró cerca de dos años, mientras estuve yo, después nos separamos y cada uno empezó con su mambo. Además estuve en Methadona, era una banda de noise, punk, alternativo.

¿Y mientras tanto?

-Me tiraba una soguita mi madre o me encargaban algún dibujo. En esa época no pintaba mucho, para mí todo era blanco y negro, fibra y tinta china. No conocía el acrílico.

Casi habías abandonado el dibujo.

-Dibujaba poco pero a los 24 empecé Bellas Artes, agarré tarde. Ahí me di cuenta que estaba en un territorio que no había estado nunca. Aprendí, me tiré a hacer otras cosas, esculturas… Seguí pintando después de dejar la carrera, estuve 3 años hasta que me cansé.

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Sueños de acrílico

-¿Qué técnicas usas?

-Desde que llegué acá uso mucho el acrílico para colorear. Este último mes no pinté, estuve en Madryn con el tema del cómic. Me gusta el acrílico porque seca rápido y en dos horas termino. De algo que se me ocurre o un boceto o cosa aparte. Me sale, ideas que tengo en la cabeza o cosas que soñé.

¿Dibujas sueños? ¿Los recordás?

Si valen la pena, sí. Cosas delirantes como una ruta con trigo y una especie de camioneta que tiene un acoplado gigante con una especie de cara mirando para atrás, la boca abierta y adentro de la boca, dos personas sentadas. Sueño a veces esas cosas.

Me suena muy Pink Floyd.

-Son cosas psicodélicas. Otra es un hombre como de los años 30’ posando para la foto y del fondo del mar sale la cabeza de un bebé con gorrito con orejitas. Vos decís, ¿de dónde sacás eso?

Yo soy una persona que trata de hacer todo tipo de estilos. Hago cosas, retratos realistas con pinceladas para que se note que es una pintura, no que copio una foto. Me gusta que parezca una pintura, no soy muy de interpretar cosas realistas como las de Andrew Newton.

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Sombrero de Conejo

¿Hacés algo digital?

-Hice una época pero ahora solo coloreo. No me llama mucho la atención. No estoy tan metido en la parte de diseño. Me gusta más lo artístico y lo que sale en el momento. Si arranco a hacer algo digital, lo termino así. Pero apenas metí la nariz. Lo mío es dibujo a mano. Uso el Photo -paint para retocar fotos. Estoy acostumbrado al Corel.

¿Tenés personajes?

Gud as Jel! son personajes inspirados en los años 30’. Los hago en el momento, onda Betty Boop o Mickey de la primera época.

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El blog recopila viñetas de personajes antiguos pero más crueles y deformes que los originales, como si Tarantino le agregara sangre a Disney. Los idiomas también sufren una metamorfosis hacia un spanglish argento.

 ¿Te vinculas con otros dibujantes?

-Conozco un chico de Buenos Aires, que tiene historietas autobiográficas, en persona es parecido a mí, desde otro ángulo. Alan Dimaro, sus historietas se llaman Cabrón. El me hizo publicar cosas en Duendes. Tenemos una historia parecida, sentimientos parecidos, este último mes los dos nos fuimos de donde vivíamos.

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¿De Madryn que te gusta?

-Todo. Todavía no estoy con mentalidad de haber llegado. Me siento como que me tengo que ir. La cabeza partida en dos. Quiero ver qué onda, estuve una semana en Bs As y ya me quería venir.

¿Cuáles son tus planes?

– La idea es hacer una movida que abarque todo, una cosa tipo Factory de Andy Warhol, un lugar donde puedan ir artistas y hacer cosas. Empezamos haciendo stencil, queremos hacer un fanzine, un amigo puso su casa en Barrio Sur y ensayamos ahí.

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Después de la foto, Luciano se despide y corre a cumplir con sus obligaciones terrenales. Promete seguir en contacto y tal vez contar en viñetas su primera entrevista oficial, una tarde calurosa en la que el paisaje marítimo sonaba de fondo.

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